Es algo casi seguro que las mascarillas nos van a acompañar durante un tiempo en nuestra nueva vida cotidiana. El Gobierno central ya decretó su uso obligatorio en el transporte público. Y es probable que esa obligatoriedad se extienda al resto de espacios públicos en los que no se pueda garantizar la distancia de seguridad.
Por eso, resulta muy importante saber en qué se diferencian unas mascarillas de otras, para qué sirve exactamente cada una y cómo debemos ponerla y quitarla correctamente.

Para qué sirve cada mascarilla
A la hora de elegir una, es importante saber para qué sirve cada mascarilla, porque no todas son iguales.
Unas sirven para evitar que contagiemos a los demás. Las otras sobre todo protegen a quien las lleva. Esa es la principal diferencia entre los distintos tipos de mascarillas disponibles. ¿Cuál es cuál?
Las mascarillas higiénicas y las quirúrgicas sirve para proteger a los demás. Lo que hace este tipo de mascarillas es evitar que las pequeñas gotitas que expulsamos y en las que se aloja el virus salgan expulsadas al exterior cuando hablamos, tosemos o estornudamos.
Esas partículas se quedan en el interior de la mascarilla, y así protegemos a quienes nos rodean.
Estas mascarillas son las recomendadas para la población general. Actuarían como si dijéramos, como las vacunas. Si todo el mundo las llevara, sería muy complicado que nadie pudiera contagiarse.
Sin embargo, las mascarillas higiénicas y quirúrgicas no nos protegen frente a las partículas que pueden expulsar los demás. Esto se debe fundamentalmente a dos motivos: el primero, que no constan de un filtro especial para ello. El segundo, que no se ajustan completamente a la cara, dejando resquicios por los que dichas partículas pueden entrar en contacto con nuestro rostro.
Las mascarillas EPI

Las mascarillas FFP2 o N95 son las recomendadas para el personal sanitario y para las personas que estén en contacto con contagiados por el virus.
La principal diferencia con las anteriores es que estas sirven ante todo para la propia protección. Es decir, están diseñadas para filtrar las partículas que expulsen otras personas y evitar que se contagie el portador de la mascarilla.
Hay que tener especial cuidado con las mascarillas que llevan una válvula con la que podemos echar aire fuera de la misma. Estas mascarillas no se deberían utilizar por la población general, ya que no garantizan la protección de las demás personas al poder expulsar el virus.
Cómo ponerte la mascarilla
Ya se ha comentado muchas veces. Las mascarillas mal utilizadas pueden llegar a ser contraproducentes. Y una de las cuestiones más relevantes es saber ponérsela bien.
Es fundamental tocar solamente las bandas elásticas, nunca la mascarilla. Y manipularlas siempre después de habernos lavado las manos.
Tocar la parte exterior de la mascarilla es algo que no debemos hacer nunca cuando nos la vamos a quitar, ya que es posible que algún virus se haya quedado en ella. Si la tocamos sin darnos cuenta, es muy importante lavarnos las manos inmediatamente, antes de tocar cualquier otra cosa.
En cuanto a la reutilización, hay que asegurarse en el etiquetado si la mascarilla que tenemos se puede usar más de una vez. Y en todos los casos, desechar la mascarilla si está sucia, húmeda, estropeada o si la hemos utilizado en demasiadas ocasiones.